Imaginemos que estamos en la playa de vacaciones con un amigo y éste nos describe la forma, color y tamaño de un tipo de medusa que puede haber en esa costa. Nos dice además que es especialmente peligrosa porque el contacto con ella produce una gran reacción cutánea, muy dolorosa que puede requerir hospitalización. Si el amigo en cuestión tiene credibilidad para nosotros, es muy probable que optemos por no meternos en el mar si vemos alguna en la orilla cuando vamos a darnos un baño. La regla «si te bañas en el mar y te pica una medusa de ese tipo vas a tener un problema serio de salud» transfiere la funcionalidad aversiva a la medusa. En consecuencia, actuamos evitándola cuando la vemos, y esto, aunque no hayamos tenido experiencia previa con invertebrados de ese tipo. Es decir, aunque no hayamos tenido una experiencia desagradable en el pasado con ninguna medusa como esa y, tal vez, aunque jamás nos haya picado ninguna.
Aprendemos muy pronto, durante la infancia, a regular nuestros actos por reglas, lo que determina en gran medida el desarrollo psicológico del individuo. Por ejemplo, la conducta gobernada por reglas permite ampliar el repertorio conductual mucho más rápidamente que si todo el aprendizaje dependiera exclusivamente de la experiencia directa, por ensayo y error. En este sentido, imaginemos lo que sería dejar que los niños aprendieran a cepillarse los dientes de modo eficaz, vestirse, coger el lápiz… sin darles ninguna instrucción. El tiempo que emplearían para que adquieran esos y muchos otros comportamientos sería, sin duda, mucho mayor.
Además, el ritmo de aprendizaje resultaría más heterogéneo, haciendo inviable una educación conjunta. Por otro lado, y no menos importante, un adecuado desarrollo de la habilidad para seguir reglas es la base del comportamiento moral, del modo en que los valores organizan nuestras acciones dotándolas de significado.
En opinión de muchos expertos, el comportamiento verbal, seña de identidad de nuestra especie, ha supuesto un gran valor adaptativo del que ha dependido nuestra supervivencia. Quizá la situación sanitaria que vivimos hoy sea en uno de esos hitos que hayamos de superar como especie y el comportamiento moral ligado a nuestras competencias verbales sea, una vez más, crítico para salvar la situación.
10Fuente: www.copmadrid.org