Nos encontramos en una fase complicada de la pandemia: asistimos a una mayor propagación del covid-19 y a la aparición de algunas variantes que, al parecer, no podrán ser frenadas de modo inmediato por las todavía insuficientes campañas de vacunación (con excepción de algunos países). No son pocos los vaticinios del inminente impacto de esta nueva arremetida del virus. Pese a ello, algo parece claro para los ciudadanos y los gobiernos: no podemos volver a permanecer encerrados y a cerrar fábricas, industrias y todas aquellas actividades que no pueden desplegarse a nivel remoto o de manera virtual. No existe más la elección entre la salud y la economía; hoy deben ir de la mano.
Sin embargo, las críticas no han dejado de sentirse, sobre todo porque la gran mayoría de estos negocios se dan en ambientes cerrados y los comensales no pueden consumir sin quitarse la mascarilla. Si a ello sumamos los temores, fundados o no, a la exposición al contagio, la adopción de determinadas providencias que coadyuven a la no propagación del covid-19 y a la sostenibilidad de aquellas actividades económicas duramente golpeadas, parecen decisiones acertadas.
Servicios autorizados
Justo antes de la cuarentena de febrero de este año [y quizá sin imaginarla], el Ministerio de Vivienda y Construcción, que cuenta con la Dirección General de Políticas y Regulación en Vivienda y Urbanismo o DGPRVU, aprobó (por medio de la Resolución Ministerial Nº 019-2021-Vivienda) la “Guía para el uso temporal de espacios públicos colindantes a restaurantes y servicios afines autorizados, así como establecimientos culturales y de arte”.
Los lineamientos estuvieron y están dirigidos especialmente a los gobiernos locales para que implementen dicha guía, sectorizando zonas y espacios públicos para que puedan ser usados temporalmente (mientras el virus conviva con nosotros) siempre que se observen protocolos de seguridad vial y de salubridad. Esos espacios públicos, precisamente, entre los cuales se cuentan las veredas, las bermas y la calzada, podrán servir a la reactivación de restaurantes, negocios afines y establecimientos culturales y de arte, sin causar aglomeraciones o impedir el flujo normal de personas y vehículos.
El uso transitorio de esos espacios no tendrá un costo adicional para los titulares de esos establecimientos, pero deberán ser actividades debidamente autorizadas.
Cultura y arte
Adviértase que esta guía también comprende locales destinados a la difusión de la cultura y del arte, los cuales, pese a no tener, a primera vista, una connotación económica, constituye una actividad doblemente beneficiosa: permite la reactivación en espacios abiertos y también que sus titulares organicen exposiciones, ventas, talleres de danza, ferias, etcétera, que colman intereses y deseos de muchas personas que han estado privadas, por este largo encierro y distanciamiento, pero que ahora podrán retornar a dichas locaciones a saciar sus gustos.
14Cuando el urbanismo y la economía se vuelven cómplices, las soluciones que aportan son largamente más sensatas y con mejores resultados si se las compara cuando las decisiones se adoptan sacrificando o restringiendo exageradamente actividades que son, muchas de ellas, esenciales para cualquier comunidad.
Fuente: https://elperuano.pe/