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América Latina: ¿principal proveedor de alimentos del mundo?

 

De aquí al año 2050 la producción de alimentos tendrá que aumentar un 60% para satisfacer las demandas nutricionales de más de 9 mil millones de personas. Esto supone para América Latina y el Caribe la oportunidad de consolidar su posicionamiento como uno de los principales proveedores de comida del mundo. Pero la rápida evolución de los sistemas agropecuarios plantea importantes desafíos que van a exigir una intervención de los sectores públicos y privados para hacerles frente.

Que el sector privado se convierta en el motor del cambio en la región de las Américas está en el trasfondo de la III Cumbre Empresarial de las Américas, que se celebró en Lima, Perú. Jefes de Estado y directivos de las principales empresas de esta región analizaron propuestas para promover el crecimiento económico y las inversiones. Y la revolución agroindustrial es uno de los temas más relevantes.

América Latina y el Caribe destaca por su riqueza de recursos naturales. Su biomasa forestal equivale a la mitad de su superficie terrestre y a casi la cuarta parte de los bosques mundiales. Más del 30% del agua dulce del mundo y alrededor del 40% de los recursos naturales acuáticos renovables se encuentran en Latinoamérica. Junto a ello, es responsable del 12% de la producción agrícola mundial y del 16% de la exportación mundial de productos agrícolas.

Según estimaciones de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), esta región es el mayor exportador neto de alimentos del mundo y para el año 2024 su balanza comercial agrícola podría sobrepasar la de América del Norte. Sin embargo, si quiere mantener su papel tiene que seguir abriendo los mercados puesto que sus niveles de protección a productos agrícolas y agroindustriales pueden dificultar la disponibilidad de alimentos, sobre todo para las poblaciones de menos recursos.

Incrementar la producción de alimentos para garantizar la seguridad alimentaria de la población no debe mermar la calidad de los productos. Para ello hay que apostar por la promoción de alimentos inocuos, más diversificados y con mayor contenido nutricional que suplan las carencias actuales. Porque, si bien Latinoamérica fue la única región del mundo en alcanzar el objetivo de desarrollo del milenio marcado por la Organización de Naciones Unidas en materia de nutrición, sufre de una manera cada vez más evidente lo que se ha dado en llamar la “triple carga de la malnutrición”, es decir, la coexistencia de desnutrición, anemia y obesidad.

Las mejoras en la productividad agrícola tampoco pueden comprometer la sostenibilidad del medioambiente o amenazar los recursos naturales. La FAO estima que el 70% de la deforestación en América Latina y el Caribe se debe a la expansión de los cultivos a causa de la agricultura comercial. Estos impactos negativos de la agricultura tienen su revés en el cambio climático y los desastres naturales que pueden amenazar sus cultivos y la aptitud de los suelos para la producción agrícola.

Hacer frente a todos estos riesgos requiere un compromiso público y privado en numerosos aspectos. Mejorar las infraestructuras incrementa la disponibilidad de alimentos, reduce los costes de transacción y facilita el acceso a los mercados. Desarrollar las tecnologías de la comunicación permite que los productores tengan acceso a información para, por ejemplo, comprar material, vender cosechas, comparar precios o conocer la previsión meteorológica. Facilitar el acceso a servicios financieros rurales, como créditos y financiación, permitiría invertir en mecanización agrícola o en agricultura climáticamente inteligente que, a su vez, aumenta la productividad de la tierra y del trabajo, reduce la necesidad de ampliar superficie de cultivos y rebaja la presión sobre los recursos naturales.

 

Latinoamérica tiene una capacidad privilegiada para responder a las necesidades alimenticias de una población creciente. Aunar esfuerzos públicos y privados le permitirá aprovechar en mayor medida la ocasión que se le presenta para impulsar su desarrollo sin comprometer el medioambiente.

Fuente: www.iadb.org

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